sábado, 31 de mayo de 2025

Discipulando Online | Los llamados de la última hora Parte 1 | Ap. Francisco Costa

 











Discipulado Online.

  Los llamados de la ultima hora (1)

 Introducción

 A partir de Pentecostés, la Iglesia de Jesucristo fue propulsada hacia afuera, más allá de “Jerusalén, Judea y Samaria”, para culminar en lo “último de la tierra”. Para concretar este objetivo, es necesario “preparar discípulos”, poniendo en sus manos herramientas (capacitación) a fin de dar continuidad a la Gran Comisión.

 Durante siglos, miles han recorrido el mundo portando la antorcha del Evangelio de Jesucristo a lugares donde el oscurantismo espiritual —representado por sistemas idolátricos como el islam, el hinduismo o el budismo, o el sincretismo religioso— tiene esclavizadas a millones de personas cuyo destino final es la condenación.

 Establecer el reino de Dios demanda de gente con visión y propósito, Mateo 11:12 dice: “Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan”.

 El Reino de Dios no funciona conforme a los estándares de este mundo, pues, como todo reino, busca establecer el gobierno de su rey, la cultura y forma de vivir de ese reino. Los evangelios testifican que “en y por medio de Jesús” se inauguró un nuevo orden que ha de ser establecido en todo el mundo.

 El Evangelio de Mateo, capítulo 20, nos introduce a una de las parábolas de Jesús donde revela aspectos de este reino y su manifestación, diciendo:

“Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?” Mateo 20:1-6

 Ahora, ¿en qué consiste el término “obreros de la undécima hora” (la última hora)?

 Jesús comienza diciendo: “Porque el Reino de los Cielos es semejante a…”. A través de esta parábola presenta principios del Reino de Dios que rigen un aspecto importante de los intereses de Dios: “la cosecha”. Para tomarla, requiere de obreros especializados (cosechadores).

 Jesús presenta elementos como “los obreros de la viña y el tiempo”, pero centra su atención en el “padre de familia y la cosecha”.

 La cosecha y los cosechadores (obreros) 

Jesús usa la figura de la cosecha para revelar aspectos del Reino de Dios. Un día, Pedro dijo: “Nosotros hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos a cambio?” (Mateo 19:27, NTV). A lo cual Jesús respondió: 

“Y todo el que por mi causa haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre,

a hijos o terrenos recibirá cien veces más y heredará la vida eterna “Mateo 19:29

 El principio operativo del Reino de los Cielos no es el “mérito”, sino la “gracia”; no se trata de lo que sé, sino de lo que puedo hacer. El dueño de la viña contrata obreros de acuerdo con sus necesidades: los de la primera hora convinieron por un denario y, de igual manera, los de la “segunda, tercera, cuarta, quinta hora…”; y, cerca de las “horas sexta y novena”, hizo lo mismo, pagándoles lo justo.

 Lo justo no es lo mismo que lo acordado 

 Mateo 20:6-7 muestra que el dueño de la viña necesitó “contratar” más obreros y, aunque era la hora “undécima”, salió y “halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupado?”. Ellos solo contestaron: “Porque nadie nos ha contratado”.

 En el reino de Dios no hay desempleados

 Ahora, aunque era temporada de cosecha, nadie los había contratado. Sin embargo, no se “desanimaron”; fueron pacientes hasta que el dueño de la viña vino y los contrató, diciendo: “Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo”.

  Jesús dijo a sus discípulos. 

“A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues,

al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies”. Mateo 9:37

La gran realidad: “la mies es mucha y los obreros pocos”. Aunque “contratar” más obreros implica mayor “inversión”, la cosecha tiene más valor y no espera. Jesús advierte, diciendo: “Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35).

 La cosecha no espera: los campos están “blancos”, el grano está maduro y debe ser cosechado sin demora. Por esta razón, el dueño de la viña sale a la hora undécima y, a los que encuentra, dice: “Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo”.

 Para el dueño de la viña, la cosecha tiene más valor que lo que cuesta contratar más obreros, pues él hará todo lo necesario para cosechar el 100 % de lo sembrado.

 La siega es un tema asociado con el “reino de Dios”.

 Dios no solo es generoso con Su gracia, sino soberano al dispensarla. Por esta razón, Jesús advierte a sus discípulos, diciendo:

 Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.  Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores. 

                                                                                                                                         Juan 4:37-38

 Dios utiliza la ley de la siembra y la cosecha para dar Su bendición. Gálatas 6:7 nos recuerda que “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Entonces, debemos entender este principio, pues “sembrar y cosechar” es también una ley del mundo espiritual.

 Tu no escoges la “hora ni la obra” solo el dueño de la viña.

Los obreros de la “undécima hora” no son gente ociosa, sino aquellos que nadie ha “contratado”. Muchos fueron llamados a la “primera y segunda” horas; otros, a la tercera, cuarta, quinta y sexta horas, y otros, a la undécima hora.

¿Cuál es la importancia de los obreros de la ultima hora?

Aunque muchos acordaron por un denario o por lo justo, solo a los contratados a la hora undécima se les aplica el principio de “igualdad”: a pesar de trabajar solo una hora, llegada la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo que llamara todos los obreros para pagarles, “comenzando desde los postreros hasta los primeros”, quienes “recibieron cada uno un denario” (Mateo 20:8-9).

Unos trabajan por un denario otros por lo justo

Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. Mateo 20:10-12

Ahora, los que trabajan por un denario no pueden exigir más de lo acordado; sin embargo, a los de la hora undécima solo se les dijo: “recibiréis lo que sea justo”.

“Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?” 

Mateo 20:13-15

 Cada obrero pone precio a su trabajo, pero solo el dueño de la viña sabe cuántos obreros necesita, por lo cual acordó precio y les pagó, y a otros les dio lo que era justo. 

Es importante tomar “toda la cosecha”

La cosecha comenzó muy temprano y se extendió hasta la hora undécima, donde el dueño de la viña encontró obreros “desocupados” que no habían “sido contratados”, a los cuales dijo: “Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo”.

Jesús advirtió a sus discípulos: 

“Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque

muchos son llamados, más pocos escogidos”. Mateo 20:13-16

Esta parábola enseña que no importa cuánto tiempo trabajemos durante esta vida, sino que se cumpla la asignación pues, al final de la jornada, “todos recibirán” la misma recompensa: la vida eterna, dada a todos por igual, no basada en obras, sino en la gracia de Dios en Cristo Jesús.

Los obreros de la undécima hora.

Dios llamó en las primeras horas a hombres como Pedro, Juan y Pablo; luego, en horas subsiguientes, a hombres como John Wycliffe, John Hus, Martín Lutero, John Knox, Juan Calvino, Evans Roberts y otros en la Edad Moderna; pero “la mies es mucha y los obreros pocos”.

Hay una gran convocatoria. 

Dios no trabaja con “murmuradores”, sino con gente cuya prioridad es estar en la cosecha y, aunque nadie los haya contratado, tienen visión de reino, pues saben que aún hay mucho por cosechar, aunque sea la undécima hora.

Todo en el reino de Dios se basa en principios 

En la lógica humana, los de la primera hora debían recibir su salario antes que los demás; sin embargo, los de la hora undécima fueron los primeros no solo en recibir su paga, sino la misma cantidad que los que comenzaron a primera hora: un denario.


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