La visión celular de la iglesia
Tema. Crecimiento y expansión
Introducción
El cristianismo no se suscribe únicamente al "nacer
de nuevo"; como todas las cosas en la vida, se requiere "aprendizaje
y conocimiento", lo cual llevará al crecimiento y a tener una vida
fructuosa que permita apropiarse de las promesas y bendiciones de la nueva vida
en Cristo. Además, permitirá adquirir las herramientas necesarias que permitan
avanzar y desarrollarse.
En sus inicios, la iglesia primitiva se planteó un gran desafío: ¿cómo dar cuidado a los primeros creyentes que dieron su paso de fe después del sermón de Pedro?
“Así que, los que recibieron
su palabra fueron bautizados; y se
añadieron aquel día como tres
mil personas“. Hechos 2:41
Evidentemente no existían métodos, manuales o modelos como punto de partida; sin embargo, no se nos olvide que eran apóstoles que habían recibido un entrenamiento-discipulado directamente del discipulador por excelencia: Jesucristo.
Discipulado que transforma
El apóstol Pablo usa una analogía (la planta) para enseñar acerca del crecimiento y cuidado de la vida cristiana (discipulado) diciendo:
“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor” 1° Corintios 3:6-8
Lo que Pablo enseña es un principio natural: alguien planta una semilla, otra persona puede regarla, pero el proceso natural de crecimiento lo da Dios, quien llevará a la planta a desarrollarse hasta producir frutos.
“Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado
Dios” 1
Corintios 3:6
Entonces, para que alguien se convierta a Cristo, hay que sembrar la "semilla", la palabra en el corazón donde sobrenaturalmente "germina" y "comienza a crecer", pero necesita ser regada diariamente (consolidación), lo cual permitirá su crecimiento (discipulado) y alcanzará la etapa de los frutos (liderazgo).
Crecimiento y expansión
Con la llegada del Espíritu Santo el día de Pentecostés en el aposento alto, operó algo sobrenaturalmente poderoso: "todos fueron llenos del Espíritu Santo", dando inicio así al primer "gran despertar espiritual” que llevaría al "crecimiento y expansión" de la iglesia de Jesucristo por todo el mundo.
¿Ahora como alcanzar este propósito?
La
respuesta está en la (consolidación y el discipulado) como
consecuencia directa de la labor evangelística, pues primeramente la semilla
debe ser sembrada en el corazón de la persona (creyente); por tanto, Pablo
advierte en 1 corintios 3:7:
“Así que ni el que planta es algo, ni el que
riega, sino Dios, que da el crecimiento”
Así como en lo natural la planta no solo requiere
cuidado, sino agua para crecer y desarrollarse, de la misma manera todo
creyente requiere ser "consolidado" y "discipulado",
pero no podemos obviar que el crecimiento espiritual lo da Dios.
Así como el crecimiento es un proceso natural en las personas, de la misma manera es en lo espiritual; nadie puede quedarse sin desarrollarse. Dios nos capacitó para crecer tanto en lo "natural" como en lo "espiritual".
Dios es quien produce el crecimiento y los cambios en el corazón humano, lo cual ocurre a través de la palabra "predicada" como "modelada", y Pablo da un ejemplo de esto cuando dijo:
“Sed imitadores de mí, así
como yo de Cristo. 1° Corintios 11:1
¿Cuál fue la visión de Jesús? “hacer discípulos en todas las naciones” y ¿Cómo alcanzar este objetivo?
La iglesia está llamada a extender el mensaje del evangelio "hasta lo último de la tierra", pues como un organismo vivo debe crecer espiritualmente a través de aquellos instrumentos que el Señor ha delegado con un solo propósito:
“todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento
del Hijo de Dios, a un
varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” Efesios 4:13
El principio del crecimiento está enfocado hacia afuera: "Así
que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el
crecimiento". Alguien debe plantar la semilla (evangelistas),
otros deben regar la semilla (pastores/maestros), pero el crecimiento lo da
Dios.
La iglesia primitiva entendió este principio, lo cual es evidente en el "alcance y expansión" que la llevó a movilizar a miles de creyentes quienes cruzaron las barreras culturales de su época; de hecho, el mismo Pablo dice:
“Y
de esta manera me esforcé a predicar el evangelio, no donde Cristo ya hubiese
sido nombrado, para no edificar sobre fundamento ajeno” Romanos 15:20
Jesús no solo "formó", sino que "enseñó, entrenó y modeló" durante tres años y medio a 12 hombres, capacitándoles y equipándoles sobrenaturalmente para formar discípulos en todas las naciones de la tierra. ¿Y cómo lo hicieron?
A través del discipulado
El crecimiento viene de la consolidación y el discipulado, lo cual traerá "crecimiento, multiplicación y expansión" de la iglesia, pero no podemos obviar el proceso natural, ya que el principio de crecimiento en la iglesia es el entendimiento de lo que dice Jesús:
“Y
yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
iglesia; y las puertas del Hades no
prevalecerán contra ella. Mateo 16:18
Jesús comenzó un proceso de discipulado (12 personas); luego, en Pentecostés, la primera cosecha fue de tres mil personas que debían ser "discipulados y entrenados" para dar continuidad a la extensión de la obra misionera.
Entonces, para llevar a cabo el discipulado bajo "los principios bíblicos", no puede estar divorciado de la visión de la iglesia, pues "reproducirse" es responsabilidad de todo creyente, por lo cual necesita formar parte de la iglesia local.
Todo creyente debe conocer la visión celular de su iglesia
También requiere ser entrenado aplicando los principios de la palabra sin olvidar que "Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento"1 Corintios 3:7. Amén.