Introducción
La Biblia enseña que desde el momento de la creación Dios estableció al sol y la luna como lumbreras para separar el día de la noche, pero además con un propósito “y sirvan de señales para las estaciones, para días y años” con lo cual establecía un orden para la siembra y la cosecha, y al hombre entregó la capacidad de administrar estos recursos para su beneficio.
El principio bíblico enseña: “Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga” y además Dios estableció los tiempos para la siembra y la cosecha y de hecho ordenó a la tierra producir planta que dé semilla y árboles que den frutos. Génesis 1:29
En sus enseñanzas Jesús usó tanto “la parábola de la semilla de mostaza” y “la parábola de la levadura” como una forma de representar la acción y naturaleza del reino de Dios que va creciendo y extendiéndose cada vez más de una manera imperceptible hasta penetrar y transformar nuestro mundo de una manera poderosa.
Ahora cuando vivimos en la era de la tecnología, las nuevas
generaciones desconocen la importancia de la agricultura, presente por siglos
como símbolo de prosperidad y bienestar, y de
cierto una de las formas más importantes diseñadas por Dios para el
abastecimiento y productividad de alimentos necesarios para la vida del ser humano.
Dentro de la revelación bíblica encontramos que en muchas ocasiones el simbolismo profético trae comprensión de verdades espirituales escondidas en diversos elementos naturales, los cuales reflejan la dimensión del mundo espiritual y el propósito de Dios de revelar su voluntad; en cierta oportunidad el profeta Hageo hace un anuncio en nombre de Dios:
¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; más desde este día os bendeciré. Hageo 2:19 RV60
¿Qué quiere decir Hageo con estas palabras?
Como profeta de Dios está anunciando que algo sobrenatural está por suceder y está relacionado con “La Higuera, el Olivo y la Viña” elementos representativos de la economía de la nación de Israel.
Dentro de la cultura hebrea tanto el fruto como la semilla eran sinónimos de bendición y bienestar que traían gozo al corazón del agricultor, pero también trae gloria y honra al creador y tener los graneros llenos representaban la bendición del Dios de los cielos.
Ahora para comprender las palabras de Hageo necesitamos conocer cuál es el contexto “histórico y profético” por el cual son anunciadas estas cosas, pues culminado el periodo de 70 años de cautividad (Jeremías 25:11-12 y Daniel 9:2) se da inicio a la restauración del templo de Dios en Jerusalén.
Hageo está amonestando a un pueblo cuyas prioridades no son acordes con los intereses de Dios, de hecho dice: “No ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reedificada”. Hageo 1:2b
A través del profeta Hageo Dios denuncia la deliberada acción del pueblo; habitar en “vuestras casas artesonadas” y en contraste la casa de Jehovah está “desierta” lo cual Dios les exhorta.
Pues así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. Hageo 1:5
Esta disposición del pueblo a no obedecer acarreó escasez, “Sembráis mucho, y recogéis poco” por lo cual les hace una sugerencia “Meditad sobre vuestros caminos” pero también obedecer para que esta situación cambie.
Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová. Hageo 1:8
A través de Hageo Dios denuncia la disposición de desidia e irresponsabilidad del pueblo y hace de su conocimiento que la consecuencia de su aptitud trajo drásticas consecuencias.
Por eso se detuvo
de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos. Y
llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, sobre el trigo, sobre el
vino, sobre el aceite, sobre todo lo que la tierra produce, sobre los hombres y
sobre las bestias, y sobre todo trabajo de manos.
Hageo 1:10-11
El descuido de la casa del Señor acarreo que tanto la lluvia, y los frutos de la tierra fueran muy escasos ante lo cual tanto el liderazgo (Zorobabel, el Sumo sacerdote) junto con el resto del pueblo “escucharon” la voz de Jehová su Dios, en las palabras del profeta Hageo y “temió” el pueblo delante de Jehová.
Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios, en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío. Hageo 1:14-15
La acción de Dios provocó un
despertar espiritual lo cual se evidencio que todos vinieron y trabajaron en la
casa de Jehová de los ejércitos, su
Dios.
Ahora el relato bíblico nos lleva al mes séptimo donde viene palabra de Jehová a Zorobabel y nos permite ver el contraste entre descuido del pueblo con la Casa de Jehová y la falta del liderazgo, y entonces vino la palabra de Jehová al profeta Hageo y presenta una interrogante.
¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos? Hageo 2:3
Ahora la voz profética de Hageo viene para dar aliento a Zorobabel, a Josué el sumo sacerdote y al pueblo, para animarles a esforzarse a trabajar, pero algo más importante: “Porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos”. Hageo 2:4c.