domingo, 30 de marzo de 2025

Las primicias del Espíritu | Ap. Francisco Costa | Unción de Libertad

Título del tema. Las primicias del Espíritu

Texto bíblico. Romanos 8:23-25

Uno de los temas poco estudiados, pero doctrinalmente importante es lo relativo al Espíritu Santo y Su Obra, pues no solo ha estado presente en el Antiguo, sino también en el Nuevo Testamento, siendo fundamental dentro de la revelación de las escrituras y de quien Jesús advirtió diciendo que sería “La promesa a quien el padre enviará en mi nombre” (Juan 14; 16) y además “para que esté con vosotros para siempre”.

Ahora, para estudiar profundamente al Espíritu Santo, existe una rama de teología sistemática llamada “Pneumatología”, la cual nos ayudará a profundizar acerca de La doctrina del Espíritu Santo como una doctrina bíblica, pues no solo expone aspectos de Su naturaleza Divina como lo expresa (hebreos 9:14) El “Espíritu Eterno” y no como una fuerza activa como algunos pretenden representarlo.

(Juan 20:21-22) advierte que el Espíritu Santo no era algo ajeno para los discípulos de Jesús, pues  después de su resurrección se mostró a ellos y les dijo “Como me envió el Padre, así también yo os envío” y acto seguido, “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”.

Las escrituras enseñan todo lo relativo a (Su Deidad y Su Naturaleza) como “Tercera persona de la Trinidad”, además “coexistente” con el “Padre” y el “Hijo” y acerca de sus “atributos divinos” como la Omnipotencia (Lucas 1:35), la Omnisciencia

(1° Corintios 2:10, Lucas 2:25- 32) y La Omnipresencia (Salmos 139:7).

Ahora antes de su ascensión Jesús advirtió a sus discípulos diciendo:

He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto”; Ahora, ¿cuán importante son estas palabras de Jesús?

Evidentemente, que en Pentecostés ocurrió algo poderoso, sin embargo, el Apóstol Pablo nos lleva a ver al Espíritu Santo desde otra perspectiva diciendo:

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.  Romanos 8:22-23

Pablo nos introduce a una dimensión tan extraordinaria y gloriosa, relacionada con el Espíritu Santo y su manifestación tanto en la iglesia, el Cuerpo de Cristo y la vida del creyente, etc.

 Las primicias del Espíritu

Primeramente, para entender el contexto de las palabras de Pablo, debemos considerar como el estudio dispensacional de la Biblia expone a la luz de la revelación aspectos de La Soberanía y Grandeza de Dios, en lo relativo al ordenamiento en la sucesión de ciertos periodos de tiempo definidos y divinamente indicados en su programa de los siglos.

  Las primicias en el Antiguo Testamento eran parte de las fiestas instituidas por Dios para Israel, pero en el Nuevo Testamento adquieren un nuevo significado en La persona de Cristo, quien en Juan 16:12 dijo algo muy relevante: “Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar”, ahora, ¿que nos hace falta?

Evidentemente, el Espíritu Santo es necesario y su acción imponderable para poder tener una comprensión clara de estas realidades espirituales y 1° Corintios 2:10 enseña algo poderoso.

“Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque

 el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios“. 

Ciertamente Jesús hacía referencia al Espíritu Santo, y en el contexto de la fiesta del día de pentecostés el aposento alto fue el epicentro de una poderosa manifestación sobrenatural, cuando un estruendo y un “viento recio que soplaba” precedieron la llegada del glorioso Espíritu Santo venido del cielo.

No solo “llenó toda la casa” sino que fueron “todos llenos del Espíritu Santo”.

La fiesta del día de pentecostés fue el marco profético que permitió que una poderosa atmosfera de gloria y sobrenaturalidad precediera la llegada del Espíritu Santo donde “fueron todos llenos del Espíritu Santo” (Hechos 2:4) marcando así el inicio de (la iglesia) y la “era del Espíritu”.

Con la llegada del Espíritu Santo, no solo aspectos del “Reino de Dios” y la dimensión espiritual han sido manifiestos, sino que “verdades y realidades espirituales” ocultas han comenzado a ser reveladas y una de ellas es relativa a que “tenemos las primicias del espíritu”, ahora teológicamente ¿cómo podemos entenderlo?

Primeramente, la escritura es clara respecto al propósito de las fiestas instituidas por Dios en el Antiguo Testamento sin embargo necesitamos comprender lo que Pablo llama “Las primicias del Espíritu”.

Ahora, en el Antiguo Testamento el principio de las primicias es darle a “Dios lo primero y lo mejor” pero en el Nuevo Testamento Dios nos da no lo mejor, sino al “Espíritu Santo de La promesa”

Antes de introducirnos al tema de “las primicias del Espíritu”, Pablo advierte acerca de aspectos profundos del reino de Dios relacionados con la “Creación”, la cual

no solo “gime a una “y está con” dolores de parto” , sino que tiene un “anhelo ardiente” y es “aguardar la manifestación de los hijos de Dios”. Romanos 8:19

Las palabras de Pablo encierran una profundidad teológica abrumadora, ya que cuando hablamos de “clamor, gemir y dolores de parto” de la creación también expone como nuestro ser interior “Gime” con un propósito.

Esto realmente poderoso.

Pablo en Efesios 1:13 revela algo que ocurre en nuestro interior, gemimos dentro de nosotros mismos” esperando “la adopción, la redención de nuestro cuerpo”. 

Primeramente, 1° Corintios 15:20, enseña que al resucitar Cristo de entre los muertos,

“primicias de los que durmieron es hecho” y ahora en (Romanos 8:23) Pablo dice que tenemos “las primicias del Espíritu”. 

Ahora, podemos ver que, así como Cristo llevó a cabo (la obra de redención) el Espíritu Santo está llevando a cabo (la obra de regeneración y santificación del creyente, permitiendo a La iglesia proclamar la vida de la nueva creación inaugurada por Jesús.

Pablo nos introduce a un nivel de revelación profunda, ya que enseña que no solo tenemos “las primicias del espíritu” sino que fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa” Efesios 1:13

Cuán importante es “este sello” y porque “hemos sido sellados” 

La transgresión trajo separación, por tanto, hubo que pagar el “precio” por nuestra redención y la resurrección de Cristo representa el triunfo pleno sobre la muerte por tanto este “sello” es sinónimo de propiedad y/o evidencia legal, que indica que somos propiedad de Dios por causa de Cristo.

El apóstol (Santiago 1:18) dice:)

                                 “El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de

verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”

1° Corintios 15:22 advierte diciendo: “cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” ya que su resurrección nos dio acceso “por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne”. Hebreos 10:20.

Jesús dijo acerca del Espíritu Santo: “El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber” Juan 16:14

Sellados con el Espíritu Santo de la promesa

Estas palabras de Jesús permiten considerar cuán importante es La persona del Espíritu Santo en todo lo relativo a la revelación de aquellas cosas que debieron esperar por la persona de Jesús. Efesios 1:13-14, revela aspectos relacionados a nuestra herencia como creyentes.

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”

Primeramente, la posesión es un “hecho jurídico” y un término legal usado por Pablo, para definir cuando una persona demuestra ser “señor y/o dueño de algo” de una cosa o bien que determina propiedad y partiendo de esto 1° Corintios 6:20, enseña que tanto el cuerpo como el espíritu le pertenecen a Dios.

Ahora, Pablo, en 2° Corintios 5:5 revela algo poderoso:

“Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu”.

Incluso, Pablo no solo utiliza el término “sello” sino también la palabra “Arras”

Entonces, ser sellados con el Espíritu Santo “garantiza” seguridad de salvación pues nadie puede romper el sello de Dios donde el Espíritu Santo es “representativo” de este sello y Pablo advierte al respecto diciendo:

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.  Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Romanos 8:16-17

En su hermosa pedagogía, el Espíritu Santo no solo enseña y revela sorprendentes aspectos de Cristo y las profundidades del corazón de Dios y su reino, sino también realidades del siglo venidero, dado que ahora no solo somos hijos sino “coherederos con Cristo” para que “juntamente con él seamos glorificados”.

Jesús envió “La promesa“, al Espíritu Santo, como primicias (Arras) de nuestra herencia hasta “la redención de la posesión adquirida” lo cual está preparado para “alabanza de su gloria”, 2° Tesalonicenses 2:13-14, enseña diciendo:

“Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”. 

La posesión adquirida es un concepto que se relaciona con la bendición espiritual de “la redención, la adopción, la herencia, y el misterio de la predestinación”, lo cual nos llevará a alcanzar la la gloria de nuestro Señor Jesucristo”.

Por lo que Pablo nos enseña lo que Dios hizo con nosotros.

“El cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras

del Espíritu en nuestros corazones”. 2° Corintios 1:22

De hecho, la figura de las “arras o anillos” usados en el contexto de “promesas” simbolizan que solo “hemos recibido” un anticipo o “parte del pago” o adelanto de

algo que deberá ser pagado en una fecha futura. Incluso, Efesios 4:30 advierte diciendo:

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con

el cual fuisteis sellados para el día de la redención”

No se nos olvide, que el Espíritu Santo además de ser “la promesa” de parte del Padre, es también “una persona”, la cual, podemos contristar sin darnos cuenta y su venida evidencia que, si Cristo no hubiera sido glorificado a la diestra de Dios, el no habría descendido a morar en los creyentes (Juan 7:39).

Tenemos “Las primicias del Espíritu”

El Espíritu nos fue dado para ayudarnos como una señal, una garantía (arras) de que finalmente vamos a tener vida eterna con Cristo y todas las cosas que experimentamos gracias a su presencia, solo son un esbozo, un anticipo de la gloria que Dios nos tiene reservada.

En Pentecostés solo 120 fueron “llenos del Espíritu” pero 1° Corintios 3:16 advierte ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? y Romanos 8:22-23 dice que “toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”.

La llegada del Espíritu Santo representa “Las primicias: los primeros frutos” de lo que “conocemos y experimentamos”, un adelanto de lo que un día recibiremos plenamente, ya que el Espíritu Santo es indispensable en esa unión de los creyentes con el Cristo resucitado, por lo cual hemos sido “sellados” y hemos recibido las “Arras” como muestra que todo lo que ha sido prometido será cumplido.

La revelación bíblica puntualiza que  “toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” de igual manera, “nosotros mismos” que tenemos las primicias del Espíritu también “gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”

Entonces, “Las primicias del Espíritu”, el “sello y las arras” forman parte de la gloriosa esperanza que aguarda su cumplimiento.

Pablo en Romanos 8:24 indica, así como el sello habla de nuestra unidad con Cristo, las arras representan un anticipo de la gloria reservada por Dios para los creyentes “Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? ".

Lo hecho por Jesús en la cruz dio cumplimiento a todo lo dispuesto por el Padre y la enseñanza bíblica revela que los creyentes fueron “sellados con el Espíritu    Santo de la promesa” y han recibido “las arras”, las primicias del Espíritu

como el anticipo de “nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida” y todo para “alabanza de su gloria”.

Y aunque “toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora” y aunque “nosotros mismos” que tenemos las primicias del Espíritu también “gemimos dentro de nosotros mismos” hasta el día de “la redención de la posesión adquirida”.

 

Pero si esperamos lo que no vemos, con

paciencia lo aguardamos. Romanos 8:25

 

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