Introducción
Las escrituras desde Génesis hasta Apocalipsis contienen toda la revelación de Dios acerca de las cosas sorprendentes que han de ser manifestadas con la segunda venida de Jesucristo y el establecimiento de Su reino milenial: “enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos y ya no habrá más muerte ni habrá más llanto ni clamor ni dolor porque las primeras cosas pasaron …” (Apocalipsis 21:4)
El Libro de Apocalipsis revela que el Apóstol Juan es llevado en el Espíritu al cielo donde le son mostradas poderosísimas visiones que le permitirán describir los eventos relacionados con los acontecimientos finales y las cosas asombrosas que han de suceder en la tierra antes de la segunda venida de Cristo, y tiene un punto de referencia el Trono y al que está sentado en el Trono y al Cordero el cual es digno de abrir y desatar los sellos del libro.
A lo largo de todo el libro de Apocalipsis, Juan describe los terribles eventos que sacudirán la humanidad y el mundo a partir de la apertura de los sellos del libro los cuales desencadenan luego los juicios de “las trompetas y las copas de la ira de Dios”.
Juan refiere el momento cuando el séptimo ángel “tocó la séptima trompeta” lo cual permite que en el cielo sean escuchadas grandes voces diciendo: “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”. (Apocalipsis 11:15) y dentro de ese contexto es testigo de algo extraordinario.
Después se abrió en el cielo el templo de Dios, y el arca de su pacto se podía ver dentro del templo. Salieron relámpagos, rugieron truenos y estruendos, y hubo un terremoto y una fuerte tormenta de granizo. Apocalipsis 11:19 (NTV)
Es importante tener un contexto de las palabras de Juan respecto al “templo de Dios y su arca”; debemos recordar que al comienzo del capítulo 11 hace referencia al templo de Jerusalén que ha de ser medido; “Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él”. (Apocalipsis 11:1).
Para Juan es un momento único pues ante sus ojos el cielo se abrió y le permitió ver dos cosas importantes para su pueblo: “el templo de Dios, y el arca de su pacto” y claramente esta arca no es la copia en la Tierra hecha por el hombre (Moisés), sino la “original celestial”.
Las palabras de Juan describen por primera vez la realidad del “Templo de Dios y el arca” en el cielo que son revelados ya no a través de la tipología del Tabernáculo de Moisés, pues este era solo “una copia” del templo celestial mediante el cual eran representadas adecuadamente las realidades espirituales del diseño revelado por Dios mismo a Moisés.
Los cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. Hebreos 8:5
En teología las realidades espirituales del “verdadero templo celestial” eran representadas en el Antiguo Testamento por el Tabernáculo de Moisés a través de “tipos, sombras y figuras representativas”, pero en el Nuevo Pacto es representado por el “antitipo”, (cumplimiento mayor).
La visión de Juan es impactante pues puede ver el
“templo de Dios” pero lo más significativo es el “arca” la cual era un
símbolo de La presencia de Dios con su pueblo pero además “Salieron relámpagos, rugieron
truenos y estruendos, y hubo un terremoto y una fuerte tormenta de granizo”
como parte de los juicios que se ubican con el sonido de la séptima trompeta.
La importancia del arca del pacto
En los días del Antiguo Testamento el Arca fue el elemento más significativo para Israel pues representaba “La presencia de Dios” y en ella se guardaban “las tablas de La Ley, una porción del Maná y la vara reverdecida de Aaron” (Hebreos 9:4), que luego de siglos desapareció y muchos han preguntado ¿Qué pasó con el arca? La última mención histórica referida al Arca en el Antiguo Testamento está descrita en el libro de Jeremías 3:16
El Tabernáculo de Moisés cumplió un propósito pues era una tipología de Cristo y mostraba su naturaleza (divina y humana) a través de tipo sombras y figuras como representaciones de la realidad espiritual de su obra expiatoria.