Texto bíblico. Salmo 128:3-4
La Biblia utiliza diversas metáforas, símiles y figuras como un lenguaje simbólico para revelar verdades de índole espiritual, aplicadas a Israel como pueblo escogido de Dios y la iglesia cómo pueblo que ha sido rescatado, como el caso donde David hace una analogía entre la mujer como la vid y los hijos como la planta de olivo.
Cuando leemos el salmo 128 en sus primeros versos encontramos al salmista David quien hace un paralelismo o analogía entre la naturaleza productiva de la vid y la fertilidad de la mujer como una (Vid fructuosa), la mujer fue creada con propósito y es de gran estima y valor para el hombre, Dios dispuso a la primera pareja Adán y Eva para que fueran ”fructíferos” y se multiplicaran, dándole a la mujer el privilegio de concebir y dar a luz hijos los cuales serán la inversión más importante en la familia.
Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa;
hijos como plantas de olivo alrededor de tu mesa. He aquí que así será
bendecido el hombre . Que teme a Jehová. Salmo 128.3-4
Lo primero que David hace es comparar a la mujer como una (vid fructífera), una de las características de la planta de la vid es su capacidad de producir muchos frutos (racimos), en la antigüedad el cultivo de la vid era muy importante en la cultura, economía y vida religiosa de la historia del hombre.
David está diciendo “tu mujer, igual que la vid”.
La vid y el olivo eran los dos mejores
cultivos de Israel, (bendición) como sinónimos de prosperidad en la familia, así
como el fruto de la vid es necesario para producir el buen vino, la esposa es
como una vid fructífera que representa el fruto para elaborar el delicioso vino
de la vida, que viene acompañado con amor, ayuda y sabiduría necesarios para
constituir un matrimonio feliz.
“…hijos como plantas de olivo
alrededor de tu mesa”. Salmo 128:3b
La familia es una inversión a largo plazo y los hijos la inversión del futuro, porque, así como el viñador prodiga cuidado a la planta de la vid, el padre cuida y da cobertura a su familia permitiendo que las nuevas ramas (pámpanos), sus hijos alcancen su desarrollo y por ende comiencen a dar fruto abundante.
El árbol de olivo requiere años
de constancia y dedicación para desarrollar todo su potencial y obtener el
preciado fruto (la aceituna), de la cual se extrae el preciado aceite, muy
valorado por su aroma y calidad en la mesa familiar, y como sinónimo de riqueza, de la misma manera son
los hijos, la mejor inversión que lleva años hasta que alcancen su desarrollo y
potencial.
Así como el fruto de la vid,
el olivo es muy preciado por su valor, David hace una alegoría de la
importancia de los hijos en la vida del padre de familia y los años viéndolos
crecer sentados en la mesa como la mayor inversión de la familia.
He aquí, herencia de Jehová son los hijos; Cosa de estima el fruto del
vientre. Como
saetas en mano del valiente, así son los hijos
habidos en la juventud. Salmo 127:3-4
“de H5157 (en su sentido usual); propiamente algo heredado, i.e. (abst.) ocupar, o (concretamente) reliquia de familia; generalmente herencia, patrimonio o porción, bienes, heredad, heredar, herencia, poseer, posesión”.
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