Versículo: Juan 19:31-37
Introducción.
La
Biblia y la historia concuerdan en un hecho irrefutable el cual cambió la
historia en un antes y un después, en los evangelios describen detalladamente
todos los eventos relacionados con la pasión, muerte y resurrección de alguien
a quien muchos consideraban un charlatán quien sufrió uno de los más crueles
castigos de manos del poder romano la
crucifixión lo cual ha sido catalogado como el acto más
cruel a lo cual eran expuestos todos aquellos condenados a muerte quienes
podrían pasar días de intensa agonía hasta morir y posteriormente ser abandonados.
La historia da referencia a la crucifixión y muerte de Jesús que a diferencia de otras tenía un propósito, “la redención del ser humano”.
Jesucristo fue realmente un hombre, el Emmanuel Dios con nosotros, Jesús el Verbo de Dios encarnado quién experimentó todo tipo de sufrimiento al punto de ser crucificado pero que a diferencia de otros a él no le quebraron las piernas para acelerar la muerte pues cuando el centurión romano se acercó para hacerlo vio que estaba muerto y atraviesa con su lanza el costado del cual brotó “agua y sangre”.
Pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y al instante salió sangre y agua.
Juan 19:34.
El apóstol Juan describe un hecho históricamente trascendente pues estuvo presente junto a otros testigos cuando la lanza del soldado romano abrió el costado de Jesús del cual fluyó “sangre y agua”, lo cual era una evidencia clara de que todo había terminado ya estaba muerto y esto representa una prueba definitiva e irrefutable que era un hombre real en un cuerpo real, 100% Dios, 100% hombre.
La sangre de Jesús no es cualquier sangre, fue provista por el Padre y es 100% humana y 100% divina la cual debía ser derramada en “expiación” en la cruz del calvario por nuestra redención y perdón de pecados, por tanto, no es lo mismo la sangre que brotó de las heridas aquella que brotó del costado abierto por la lanza romana la sangre de sus heridas creían contenían la vida, pero la sangre y el agua demostraban que ya esa vida no estaba en el qué había sido entregada por nuestra salvación y Juan lo asocia al cumplimiento de la profecía de Zacarías.
“Mirarán
a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito”.
Zacarías 12:10c
La
crucifixión, muerte y resurrección de Jesucristo es el hecho más trascendente y
escrutador de la historia y para muchos es solo un hecho ficticio ante lo cual
se han realizado un sinnúmero de experticias forenses para desacreditar su
muerte y posterior resurrección, está claro que no importa las pruebas de los
hombres, hay un solo veredicto, ¡murió y resucitó!
La Biblia enseña que Jesucristo vino mediante “agua y sangre” dos características de su condición humana y el Espíritu dice claramente que no solamente mediante agua sino mediante ¡agua y sangre!
Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. 1° Juan 5:6
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