Introducción
La Biblia permite ver como la
mano de Dios traza detalladamente las características de cada persona en
particular que luego manifestará su voluntad
perfecta, y también como diseñó a la mujer y su vientre de una forma tan
maravillosa no solo para crear vida sino para desarrollar y permitir que toda su agenda profética se cumpla pues, “todo lo hizo hermoso a su
tiempo y ha puesto la eternidad en el corazón de los hombres…”.
Eclesiastés 3:11
La Biblia revela que antes de nuestro nacimiento Dios ha
determinado un destino profético sobre cada persona, el salmista David describe la importancia de la vida
intrauterina como una de las etapas más primordiales y significativas del ser
humano, “Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego
formadas, Sin faltar una de ellas”. Salmo 139:16
Dios es un Dios de propósito pues todo lo creado fue a partir de
un diseño profético lo cual indica que no somos productos de la casualidad o el
descuido de una madre irresponsable, si no dé un plan perfecto del Padre eterno
que ha sido plasmado sobre cada página de Su Libro sin que falte detalle.
Entonces Dios no selecciona a alguien por capricho sino por
propósito, el cual ha sido previamente determinado aun antes del nacimiento,
como ocurrió con Jeremías quien fue escogido como profeta desde el vientre de
su madre.
Vino, pues, palabra de Jehová a
mí, diciendo: Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que
nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. Jeremías 1:4-5
Una de las maravillas del cuerpo humano es el “vientre materno”
diseñado y creado para dar vida y traer multiplicación de la raza humana lo
cual permite comprender la importancia de las palabras del salmista que nos
introducen a una dimensión sobrenatural donde la vida y el destino profético han
de unirse con el llamado y el propósito, el
cual será revelado en el tiempo de Dios.
Todo llamado para un
ministerio en el reino de Dios se realiza por medio de lo profético y siempre habrá alguien quien lo declare, Jeremías fue escogido
desde el vientre materno por Dios quien no solo le revela detalles íntimos de
su persona, que aun antes que lo formarse ya había determinado cuál sería su
vocación y que no lo apartó
para su servicio, sino que lo “conoció”, lo “santificó” y lo dio como
profetas a las naciones.
Las palabras de Dios a Jeremías revelan un profundo misterio que
rodea la gestación y nacimiento de cada ser humano donde ya ha previsto una
vida fructífera la cual traerá Gloria a Su nombre.
El descubrimiento más grande en la vida de una persona es el
propósito, viene del griego “Prodsesis” el cual significa “propuesta,
designio, desear” y junto con el llamado representa los elementos más
importantes en la vida del ser humano, en el caso de Jeremías La Biblia revela
que
fue “escogido, preparado santificado y ordenado” para ser profeta para las naciones, pero al
igual que Moisés o Gedeón trató de eludir el
llamado con un pobre argumento” soy niño” pero Dios descalificó sus palabras.
“…Y me dijo
Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás
todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy
para librarte, dice Jehová.” Jeremías 1:7-8
La juventud es una de las etapas más fructífera de la vida del ser
humano y esto es tácito en el llamado a Jeremías quien insinuó ser “un
niño”, dentro de la cultura hebrea aludía una transición que
comenzaba alrededor de los 12 o 13 años el “bar mitzvá” y terminaba cerca los 19 o 20, vemos que
lamentablemente en muchas traducciones bíblicas la palabra “juventud” fue traducida
como “niño”
lo cual no concuerda con estos antecedentes, para muchos eruditos Jeremías
podría tener unos 20 o 25 años al momento de su llamado lo cual concuerda con
las palabras del Señor cuando rechaza el argumento, “soy un niño”.
Y extendió Jehová
su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu
boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos,
para arrancar y para destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y
para plantar. Jeremías 1:10
La Biblia enseña que las “cosas secretas” pertenecen a Dios,
aquí vemos que tenía un “plan predeterminado” para la vida
de Jeremías “escogido y santificado” para ser profeta en días en que Egipto, Siria, incluso Babilonia eran naciones muy fuertes y poderosas por lo cual
era necesario equiparlo sobrenaturalmente para “arrancar,
destruir, arruinar y derribar” y también para edificar y para plantar.
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