Introducción
Una de las cosas más comunes dentro de la cotidianidad del ser humano son las llaves, las hay de diferentes materiales y tamaños para diversos tipos de cerradura, con un propósito permitir el acceso o denegarlo, pero también hay otras de índole “espiritual” que permiten o no el acceso a diversas dimensiones del mundo invisible.
Tanto en el Antiguo como el Nuevo Testamento las llaves simbolizan o representan “poder y autoridad” cuyos principios están sustentados por las leyes espirituales en La palabra de Dios por tanto no cambian.
Ahora, La Biblia hace referencia de “una llave” la cual sería colocada sobre el hombro del Mesías y es la “llave de David” con un propósito; “…y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá”. Isaías 22:22
Este texto bíblico refiere el poder asignado a esta llave el cual está representado en la palabra hebrea Strong H6605 “pathach” la cual se traduce correctamente como “soltar”, veamos el ejemplo.
Para “soltar” “pathach” H6605 a los sentenciados a muerte. Salmo 102:20 Para “desatar” “pathach”; H6605 soltar las ligaduras de impiedad. Isaías 58:6
Ahora para contextualizar las palabras “soltar y desatar” necesitamos entender que para cumplir esa orden requiere de alguien que tiene no solo la “autoridad” sino el “poder” espiritual para hacerlo, y esto solo lo pudo hacer Jesús quien en cierta oportunidad estando en Cesárea de Filipos hizo algunas preguntas a sus discípulos respecto a que ellos pensaban de él, pero solo Pedro respondió.
“…. Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”. Mateo 16:15-19
Las palabras de Pedro son reveladoras pues a diferencia de la gente recibió la más grande revelación que encontramos en el Nuevo Testamento; “tú eres el Cristo El hijo del Dios viviente”.
A lo que Jesús respondió ¡bienaventurado eres Simón hijo de Jonás!
Jesús dijo: “Porque no te lo reveló carne ni sangre (hombre)”
Vemos que nunca antes Jesús había revelado a Pedro o sus discípulos verdaderamente quién era por lo que las palabras de Pedro solo podían venir por inspiración divina, revelando que él no solamente era el “Mesías”, sino el “Dios viviente” lo que provoca una poderosa declaración del Señor.
Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi
iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Mateo 16:18
Jesús contextualiza las palabras de Pedro con La iglesia que aún no existía pero que a partir del día Pentecostés permitiría que La palabra de Dios fuese difundida y aplicada sobre el fundamento que es Cristo y además le revela algo extraordinario: