Texto bíblico. Apocalipsis 21:2-4; Efesios 3:18-19
La Biblia contiene los secretos del propósito eterno de Dios representados a través de un lenguaje codificado por símbolos y figuras proféticas, que representan la grandeza y la realidad eterna de La palabra revelada, y el libro de Apocalipsis revela que Jesucristo es el Espíritu de la profecía (Apocalipsis 19:10).
Jesús dijo “los cielos y la tierra pasarán pero que su palabra no pasará” lo cual da veracidad a todo lo que Juan está por describir en el libro de revelación o Apocalipsis, lo cual supera la comprensión humana: “Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apocalipsis 21:5).
El libro de Apocalipsis describe los eventos y manifestaciones que sucederán a partir del momento en que el Señor abre el primero de los siete (7) sellos del libro, lo cual desencadena una serie de acontecimientos que comienzan con el arrebatamiento de la iglesia (1° Tesalonicenses 4:13) y el tiempo llamado La Gran tribulación y culminará con la segunda venida de Cristo y el establecimiento de su reino milenial, y así dar continuidad al programa de Dios para la humanidad.
Ahora Juan al comienzo del capítulo de Apocalipsis 21 describe una impactante visión:
Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Apocalipsis 21:1-3
Juan usa una analogía para describir la belleza y esplendor de La Jerusalén celestial, “una esposa ataviada para su marido” pero además escucha la gran voz del cielo anunciando que el “tabernáculo de Dios con los hombres” estaba dispuesto, pues allí morará Dios con su pueblo.
Vemos como después que los cielos y la tierra primera fueron quitados, el cielo y la tierra nueva son el escenario perfecto para que la Jerusalén celestial pueda ser revelada, aunque ya en algunos textos bíblicos se hace mención de su existencia y características. (Gálatas 4:26; Hebreos 11:10; Hebreos 12:22; Hebreos 13:14).
Algo que Juan hace énfasis en la veracidad de la visión: “Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas” (Apocalipsis 21:5).
El texto bíblico revela que el reino de Dios no puede ser establecido sin que previamente haya sido juzgado el mundo, la tierra y cielos primeros, que estaban bajo la maldición del pecado fueran desechos, entonces podrán ser establecidos el cielo nuevo y la tierra nueva, lo cual permitirá el establecimiento de la Jerusalén celestial.
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Apocalipsis 21:4
La revelación del texto bíblico en Apocalipsis revela que toda rebelión contra Dios ya ha sido anulada, y Satanás ha recibido su justo castigo, toda la humanidad de ese tiempo ha sido juzgada en el juicio del Gran trono blanco, lo cual dará culminación al programa eterno de salvación del hombre y se inaugura una nueva era con una tierra y un cielo nuevo como contexto.